El Monroe de Usera.

.

      Bajaron de la furgoneta todos bien maqueados, el Rocking Weekender de este año parecía que iba a ser muy interesante, un gran Rumble de sensaciones les esperaba. Divisaron a lo lejos el barrigón cervecero del Monroe, que movía sus delgadas piernas al son del Swing, y que tenía una característica bastante peculiar, sólo se le entendía cuando estaba completamente borracho, pues si no llevaba una “caraja” encima, no había cristiano que  le entendiera.


      Se encontró un contrabajo en la basura, lo barnizó, le puso unas cuerdas nuevas, lo tuneó a su manera, y empezó a chicotear las cuerdas hasta que esos dedazos gordos le sangraron, controlando aquel instrumento con cuerpo de mujer. Los años hicieron mella en él, pero nunca perdió la sonrisa, ni las ganas de vivir, pues este pedazo de cachalote, tiene un corazón más grande que un tonel de rica cerveza espumosa.


      Los maqueados sonrieron al verle, se dieron un fuerte apretón de manos, y, uno de ellos bebió un buen sorbetón de la jarra de cerveza que le ofreció el Monroe. Madrileño de Usera, mal estudiante, calvorota y patilludo, no hay quien se precie en la zona de conocerlo. Defensor de lo indefendible, y perdedor de lo perdible, ningún grandísimo cabrón osaría ofenderle, ni meterse con su gente, porque probablemente tenga más de un problema o problemón, cuando vea al tremendo barrigón venírsele encima con la potencia de una máquina de vapor.

      Todo esto viene a cuento porque el bueno de Monroe era más conocido por su facilidad para encontrar discos de cualquier especie, aquellos que se daban por perdidos, inencontrables o que estaban descatalogados, que por pensar que se metía en líos con bastante frecuencia, más de la que uno pudiera pensar.


      Desde su pequeña tienda de Usera, pasaban toda clase de personajes, desde los más extravagantes a los más reservados, de los más encopetados a los más castizos,  del Marqués de…”las santas gominolas” a la meretriz de turno, de los pijolustrios engominados que salen en algunas revistas, al casquívano profesor de Historia de las Civilizaciones, de aquel viejo torero que vive de glorias pasadas al cornúpeta de la tele que presenta sonados fracasos, todos en busca de esas pequeñas joyas que el “calvorota” les tenía guardadas.



      Las piernas de la exuberante Marilyn presidían la entrada a la tienda, luciendo todo su esplendor, de ahí el mote, del cual, se sentía muy orgulloso. ¿Cómo desde esa pequeña tienda de Usera podía encontrar verdaderos incunables? Nadie lo sabe. Era de sobra conocido que le llegaban cartas desde casi todas las partes del mundo con cantidad de peticiones, que el solía satisfacer en más o menos tiempo, dejándolos a todos satisfechos, porque él en sus pedidos siempre le echaba un par de…”notas musicales”.


      No se le conocían otras pasiones  a parte del contrabajo, los vinilos y su eterna Marilyn, por la cual suspiraba en miradas furtivas, contemplando a la vieja foto, ya añeja en blanco y negro que presidía la tienda, ese era el mundo de Monroe.


      El ha puesto a Usera en el puto mapa, un verdadero prestidigitador, un buscador de tesoros en medio de la nada, un fuera de la ley protegido por todos. Hoy el proscrito está nervioso, pues va ha recibir un paquete que tiene como origen la ciudad del juego, el vicio y las bajas pasiones como es la  maldita Las Vegas.


      Un excéntrico seguidor del Monroe, le ha hecho un preciado regalo, unas bragas que llevaba puestas Marilyn cuando rodó la película “Niáraga” (1953), que el adinerado gringo consiguió en una afamada subasta por un buen puñado de dólares, y todo debido a que el calvorota y patilludo de Monroe como buen jugador de poker sacó un as de la manga, un viejo disco que el mafioso gringo era incapaz de conseguir, pero el de Usera se lo sacó de la chistera en un “chisgarabís”.


      Cambió todo el oro del mundo por unas bragas de Marilyn, un negocio cojonudo que para el fabricante de negocios arriesgados, “risky bussines man” le había salido más caro de lo que pensaba.


      Las bragas procedentes de Las Vegas se encuentran ahora junto a las piernas de Marilyn, en la vieja tienda de Usera. Ya de noche, en cualquier garito de su querido barrio, tras unas jarras de cerveza el Monroe disfruta, observa unos discos que ya tiene vendidos, y Marilyn… baila para él en pelotas, pero tan solo es un sueño. Lo que no sabe es que desde arriba ella le observa y sonríe, porque en el fondo ama a Monroe.





Está considerada una de las diez mejores estrellas femeninas de todos los tiempos.
Norma Jean Baker
01/06/1926
05/08/1962

No puedo decirle adiós a Marilyn, nunca le gustaba decir adiós. Pero, adoptando su particular manera de cambiar las cosas para así poder enfrentarse a la realidad, diré 'hasta la vista'. Porque todos visitaremos algún día el país hacia donde ella ha partido.

(Joe diMaggio)




Comentarios

Entradas populares de este blog

Va de culos - parte 2

Va de culos - parte 3

Johnny Duncan: Skiffle

Dick Dale: El rey de la guitarra surfera