18 yellow roses

          




18 rosas amarillas

Eignteen yellow roses came today
Eighteen yellow roses in a pretty bouquet
When the boy came to the door
I didn't know what to say.

Dieciocho rosas amarillas llegaron hoy
Dieciocho rosas amarillas en un ramo bonito
Cuando el muchacho llegó a la puerta
Yo no sabía qué decir .
(Bobby Darin)

           Era  un rocker con más de cuatro décadas a sus espaldas, llenas de duro trabajo, bañadas en cervezas y rock and roll, con miles de peleas ganadas, de esas que la puta vida  te va poniendo por delante, que uno, por el espíritu innato de supervivencia tiene que ir enfrentando o evitando, según las circunstancias lo requieran, pero que no hay más remedio que ir encarándolas, para abrirse paso en lo que “algunos” denominan el camino de la vida.


"Dance to the teddy boy"




            Las huellas de esas batallas disputadas dejan marcas de diferentes clases, como alguna cicatriz en la cara, varias en la cabeza, pero otras han dejado rencores, recuerdos que quedan instalados en los rincones de la casa, como los viejos libros encima de la estantería, la guitarra apoyada en la esquina del salón hasta el final de los tiempos, las fotos en las repisas de arriba, y el orgullo siempre presente, hacen que ese rocker de anchas espaldas se muestre satisfecho de lo conseguido hasta ahora.

            Pero en su corazón guarda una gran tristeza desde años atrás, que le han hecho convertirse en más siniestro y oscuro de lo que era antes, cuando conoció al “Capitán Brando”, y se pegaban todos los viernes por la noche unos buenos jarrazos de cerveza, para conmemorar cualquier cosa que les viniera en gana, como que a Marilyn no le olieran los pies, que el cabrón del Bogart nunca les hubiera ofrecido un cigarro, robarle algún que otro beso a la matadora de la Bacall, por lo bueno que era el comisario Mancuso, por los malos modales… y una vez borrachos partir la cara a Harry el Sucio, por bravucón.

            Se enamoró de la hermana del Brando, ¡que hostias! la teddy girl era guapa de narices, y tenía unos contoneos al caminar que eran la leche. Fue un amor a primera vista, el  Brando estaba orgullos de que “el tipo oscuro” fuese su cuñado. Declaró su amor a Dee-dee regalándola “18 rosas amarillas”, que había robado una noche al carapijo del vecino, saltando la tapia del peripuesto, que lo único interesante que tenía era un buen gusto por las flores, y le pareció muy elegante que su engominado seguidor le regalara rosas amarillas, más aún si  eran robadas, “18 rosas” por los lustros que él quería pasar a su lado.






            Tras una fantástica boda que pasaría a los anales de los rocking rollings mundiales, esa etapa de amor se vio truncada, porque vino un fatal desenlace, la preciosa Dee-dee  falleció tras una larga enfermedad, partiendo hacia el país donde vive Marilyn, que la recibió como ella se merece con los brazos bien abiertos, seguro que se aburría de cojones y necesitaba una amiga a quien contarle las cosas.


            

  
         El patilludo del Brando se hizo más amargo, ascendiendo de capitán a comandante de los Avernos, mientras que el engominado se hizo más siniestro y oscuro de lo que aún era.

            Todos los viernes de fin de mes estos dos colegas, sumidos en la más profunda tristeza, saltan la tapia del peripuesto vecino para robarle las correspondientes “18 rosas amarillas”, rosas que se dejaba porque en el fondo también amaba a Dee-dee, que se parecía bastante a su idolatrada Marilyn.



            El carapijo esperaba con ansia el puñetero viernes, para contemplar desde los horteras cortinones, como estos imitadores de saltimbanquis, con barrigas rellenas de abundante cerveza, traspasaban el umbral de su jardín para robarle, o mejor dicho llevarse prestadas las correspondientes “18 rosas amarillas”, con lo que el se ponía la mar de orgulloso, sabiendo que sus preciadas perlas eran cultivadas para hacer compañía a la doble de Marilyn.

            Una vez traspasadas las paredes del cementerio, estas dos almas errantes daban comienzo al ritual de rigor, como colocar las rosas amarillas en el centro de la lápida, para después abrir la botella de Jack Daniels y bebérsela a morro hasta la última gota, hasta el último de los recuerdos, hasta la última lágrima, en memoria de la mujer que siempre amaron, que desearon que nunca se fuera, y que partió por siempre jamás hacia el país de Marilyn, el lugar que todos algún día hemos de visitar, pero que robó años de amor al siniestro engominado, y que al Brando le quitó una amiga, una hermana.

            Cuando han saciado su sed  de tristeza, rompen la botella contra la límpida lápida, ciscándose en  todos los muertos del Jack Daniels por hacer cada día las botellas más pequeñas y se van. En el silencio de los muertos y a ritmo de rock and roll, de la nada surgen unas manos suaves que recogen  sus rosas, para desaparecer en la penumbra.

            Como todos los viernes de fin de mes cuando los errantes entran en casa, encuentran la ventana abierta, y sobre la mesa, 9 rosas amarillas con olor a Chanel nº5, la colonia favorita de Dee-dee, mientras que desde arriba alguien sonríe y camina moviendo provocativamente las caderas.
          



"A un eterno enamorado y a todas las chicas que alguna vez han querido ser como Sandra Dee"

"A Norma Jane, donde quiera que estes"



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